sábado, 10 de febrero de 2007

Crónicas de una historia que busca un final (1)

Joaquín se dejaba hundir en el sofá. Disfrutaba la suavidad de los cojines, el perfume a café, el calor del fuego a su izquierda, la música de Serrat. La baja intensidad de la luz lo hacía sentirse protegido y confiado. Tanta comodidad, no habitual para él en esta última etapa, le era extraña pero placentera (ojos cerrados, mente dispersa). Tanta comodidad, desde hace tiempo añorada por él, por poco y le hace olvidar de la mujer a su derecha (ojos abiertos, mente lúcida). Ella, Alejandra, curiosamente, sentía que como pocas veces en su vida la conversación fluía sin incomodidades. Hablaba con alegría. Él escuchaba con comodidad. Y si aparecían los silencios, tan indeseados en esos casos, se hablaban con la mirada, que muchas veces dice lo que por cobardía los labios no pronuncian. Joaquín se dejaba hundir en el sofá sintiéndose cada vez mejor. Alejandra ya no hablaba. Ambos ocuparon sus labios (ojos cerrados, mentes ilusionadas).

4 comentarios:

Chopán dijo...

oye.. me gustó esto!!! y esto sigue... tiene otra parte???

Rupert (since 1985) dijo...

Gracias Panchito. Sip, tiene varias partes, ni yo sé cuantas mismo tendrá. Las escribo según los caprichos de mi memoria jeje.

austro-boy dijo...

ah, memoria?? es autobiográfica?? está chévere, pero hay una oración que está en presente, mientras todo lo demás está en pasado... fue a propósito??

Rupert (since 1985) dijo...

jeje. Atento observador Alejo. Si, en realidad si es a propósito lo de la oración en presente. Si le pones el verbo en pasado no crea el mismo efecto (me parece). Es como que poner esa parte en presente le da un poco más de suspenso, de drama, no sé. Crea más expectativa por lo que podría pasar.

Y... digamos que la memoria permite escribir sobre los recuerdos tal cual, pero también te permite inventar. No todo es cierto Alejo jaja